domingo, 11 de abril de 2010

Somos Nutricionistas no hacemos milagros!

Esta vez me toca a mi, muy frecuentemente la gente que conversa conmigo al enterarse que soy o seré nutricionista, se le escapa un ¡que bueno! Y afirman, ¡me vas a tener que hacer una dieta! Si, si, respondo haciéndome el sorprendido/a y con cara de buena onda. Es posible que te cuente que comió hace un rato, ayer, antes de ayer esperando a cambio una respuesta mágica que con solo mencionarla le hará perder 5 o 6 kilos en el acto. Desde ya aclaro, que como entendido/a en el tema eso no es posible.
Acto seguido pueden oírse preguntas claves, ¿el pan engorda? , ¿Yo tomo un actimel todos los días, es bueno, no? ¿El azúcar es malo? Yo no creo que ningún alimento le pegue a otro o lo trate de mala manera, por ende son buenos.
Lo malo es que la nutrición de una persona no es cosa simple, sino todo lo contrario, si su problema es la estética, tenga cuidado muchas veces se tiende a tener un concepto de cuerpo saludable totalmente erróneo impuesto por los grandes medios de comunicación.
Y si lo han derivado a un nutricionista hágalo no espere mucho, y si va con la idea que el nutricionista es mago olvídese, todo el trabajo complicado lo hará usted.
Si se somete a una dieta que le haga perder 5 o 6 kilos a la semana, esta poniendo en riesgo su salud en vez de cuidarla, si le suprimen algún alimento por que si, como suele ser el caso de las pastas, le están ofreciendo una dieta disociada, que no es recomendable. Usted debe aprender a comer nuevamente que no es tarea sencilla, como consejo le propongo, empiece con esto.
Realice al menos cuatro comidas diarias, desayuno, almuerzo, merienda, y cena, esto compleméntelo, con no pasar mas de 4 horas sin comer nada, haga 30 minutos de ejercicio por día, mastique bien , tómese su tiempo para comer y aumente su porción diaria de frutas y verduras.
Vera los resultados, gracias.

El Nutricionista/o

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Reflexion

El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar: a muchos condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos. Eduardo Galeano. "El libro de los Abrazos"